14 feb 2016

Cervecería Moritz: el parque temático de la cerveza en Barcelona

Por Yordanis Ricardo Pupo
Fotos: @yricardo

Fue nuestra amiga Dalia quien nos develó el secreto y nos acercó al fascinante mundo de la cervecería Moritz, un sitio de obligada visita para los amantes de la cerveza y la buena comida, y también especial para quedar con los amigos y charlar un poco sobre una ciudad tan bohemia y acogedora como Barcelona. 

Se encuentra en la Ronda San Antoni, muy cerca de la Universidad. Quizás por eso, a veces conseguir una mesa es casi imposible, y eso que abre cada día, desde las 6 de la mañana hasta las 3 de la madrugada. 


Algunos la llaman “el gran parque temático de la cerveza” en Barcelona, y no se equivocan. Además de la cervecería, el complejo, de 4.500 metros cuadrados, posee una microcervecería donde se produce diariamente la Moritz fresca, una tienda de merchandising y diseño (M-Store), un horno de pan, quiosco de prensa, las oficinas de la compañía y, desde principios de año, un restaurante gourmet de la más alta calidad. 


El diseño actual se debe al arquitecto Jean Nouvel, quien en 2011 restauró los restos de la fábrica original y la antigua cervecería, que gozó de gran prestigio a inicios del siglo XX y fue por muchos años la sede social del F. C. Barcelona. 

El renovado edificio mantiene su magnetismo industrial a través de paredes de ladrillo y bóvedas subterráneas. En la entrada hay una barra de estaño de 26 metros de largo, y por todo el local paneles luminosos cuentan la historia de la marca. Las calderas de cocción, que trabajan sin cesar, presiden el conjunto. 

La microcervecería es una de las más grandes de Europa, y es capaz de producir tres cocciones semanales de 20Hl de su cerveza fresca, sin pasteurizar, que se sirve directamente en los tiradores de la planta baja o se vende en la tienda en botellas de diseño. 

Si bajáis las escaleras para ir al baño o curiosear un poco, descubrirás seis tanques de fermentación, donde al cabo de tres semanas el mosto cervecero se convierte en Moritz Pilsen y Moritz Epidor, también conocida como “Strong Lager”. 


También se elaboran otras variedades: cervezas sin filtrar, artesanales, ediciones limitadas, especialidades de trigo, de alta fermentación tipo Ale y aromatizadas con especias naturales. 

Allí también encontrarás la novedad de este 2016, el “Louis 1856”, un restaurante gourmet bajo la dirección del chef con Estrella Michelin Jordi Vilá, que se une a la oferta gastronómica de la cervecería, con una carta de más de 300 referencias emblemáticas de la cocina catalana y alsaciana. 


Dos de mis “alsacianos” preferidos son el flammkuchen, tipo de pizza con una masa muy fina y crujiente, que tiene como ingredientes la crème fraîche, la panceta y la cebolla; y la tartiflette, una especialidad gratinada con crema de leche, bacón y queso Reblechón. 

Precisamente de Alsacia llegó, a mediados del siglo XIX, el fundador de la marca, Louis Moritz Trautman, quien en 1856 comenzó la producción de esta cerveza, que desapareció en 1978 y sus herederos recuperaron en 2004. 

La fábrica de San Antoni data de 1864, estuvo activa más de un siglo y fue de las primeras construcciones del Eixample (“el ensanche”) barcelonés. 

Allí se encuentra también la M-Store, una tienda que apuesta por el diseño y ofrece productos de coleccionismo que refuerzan la imagen de la marca: camisetas, pósters vintage o vajilla como los vasos de caña Moritz, las copas de cristal, el vaso de clara y jarras de cerámica con tapa de estaño. 


También ofrecen una amplia gama de libros sobre el mundo de la cerveza y objetos utilitarios como banquetas de bar o zapatos Munich (fruto del Co-branding entre ambas enseñas) y, lo más importante, la cerveza fresca para llevarte a casa, la misma que se consume en la cervecería, con caducidad de una semana en la nevera. 

En el quiosco se puede encontrar prensa nacional e internacional, además de una exhaustiva selección de revistas y la especialidad del horno de pan, bajo la firma Triticum, es el pan de Epidor, elaborado con fermentos naturales de esa cerveza y malta Caravienne, además de harina de malta y trigo. 

Los productos restantes del proceso de elaboración de la cerveza también se utilizan para hacer productos alimenticios y cosméticos, que se pueden comprar en la tienda: galletas Demasié, con bagazo de cerveza; jabón con lúpulo de Moritz, de Hermanos Sabater; levadura fresca, para reducir las irritaciones, el acné y ayuda a cicatrizar las heridas; y la Cocoa and drink malta Xavier Mor, para hacer chocolate a la taza, con malta de cerveza Moritz. 


Después del recorrido, y conseguida la mesa, podrás finalmente degustar la Moritz Epidor, o la Pilsen, o una mezcla de ambas que llaman “mestiza” y acompañarla con lo que más os guste (yo ya les he dicho mis platos preferidos). 

Y si eres de los que prefieren las bebidas sin alcohol, tienes el Aigua de Moritz embotellada, y para los más atrevidos, la nueva cerveza de jengibre, la Moritz 17.14, elaborada para el espacio gastronómico que la empresa tiene en el mercado del Born, y que tampoco deberías perderte si andas por Barcelona. 

Allí la reina es la cocina histórica y de mercado, y la joya, esta lager aromatizada con una mezcla de miel y jengibre y notas de bergamota y cardamomo. 

En 2016, Moritz cumple 160 años de su fundación; 12 de su regreso, y de seguro seguirá sorprendiéndonos con sus ofertas gastronómicas y culturales. De buen agrado volvería a su cervecería de Sant Antoni para celebrarlo, pero ahora vivo lejos y en Andalucía, San Miguel, Cruzcampo y Victoria (líderes del mercado aquí) todavía no disponen de sitios así. 

Sin embargo, sé que Dalia seguirá llevando allí a sus amigos, e iniciándolos en el alucinante mundo del arte de la cerveza.



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